Por Mary Rodríguez
Ser creador digital por estos días de redes sociales, los «trending topic» y la monetización, más que una moda, para algunos se convierte en un estilo de vida.
Actualizar a los seguidores de su día a día, construirle o idealizarles la existencia, controlarles los hábitos y ofrecerles tips ante dinámicas cotidianas es para una parte de los creadores su sustento, mientras que, para otros, mediatizar opiniones de valencia negativa y deconstruir una realidad atacando la cognición de quienes los toman como referente, es la meta.
Para referirme a los primeros, habrá tiempo. Sin embargo, el alto en este artículo se realiza en los segundos. Esos que reclutan subjetividades, infunden la violencia, promueven el odio y la desesperanza aprendida.
¿A quién va dirigido su discurso? A usuarios de todas las edades, fundamentalmente a los jóvenes. No es casual que su blanco sea la Revolución cubana y el linchamiento que promueven sea hacia todos aquellos líderes de opinión que defienden el proyecto cubano.
¿Sobre qué influyen? Sobre el imaginario social y las concepciones que como grupos formales e informales construimos.
Emplean cualquier indicio de contradicciones internas, vulnerabilidades en la economía, minimizan los logros y resaltan carencias impuestas por el genocida bloqueo que vivenciamos.
Como matrices que transversalizan sus contenidos aparecen dos fundamentales: denigrar a nuestros principales dirigentes y cuestionar la historia Patria; asuntos a los que abiertamente, el gobierno de EEUU que los patrocina, destina un sinfín de recursos. De ahí que Ultrack, Alain Paparazzi, Eliecer Ávila, Manuel Milanés, Alexander Otaola, entre otros, verterán su «veneno» en las construcciones psicosociales de las comunidades que le siguen, por supuesto, de acuerdo al monto del pago recibido. Una monetización potenciada, además, por la cantidad de «likes» y «views» recibidas en sus emisiones.
¿Qué papel juega usted y sus emociones?
El de receptor y catalizador de todo lo nocivo que le transmiten a través de los miles de horas destinadas a realizar contra- campañas sobre cada obra de bien público que se lleva a cabo en la Isla. Con sus reacciones digitales y en el plano físico se cierra el ciclo de lo que se buscan… una catarsis colectiva para manejar la narrativa de estallido y vender, al por mayor, una «emoción manipulada».
¿Influencers ellos? No, amigos lectores. Influencers son los maestros que en una Cuba bloqueada enseñan a leer y a escribir a aulas repletas de niños. «Ellos» (los Influencers prepagos del imperio) no pasarán de ser terroristas y mercenarios, con Internet en el móvil.
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